lunes, 25 de enero de 2010

Krabat y el molino del diablo


La película está basada en una antigua leyenda popular serbia, concretamente de la Bohemia septentrional, en la que el escritor alemán Otfried Preussler se inspiró para escribir la novela “Krabat y el molino del diablo”, un bestseller de la literatura europea.

El relato se ubica en el siglo XVII, en plena Guerra de los Treinta Años. Un chico huérfano, Krabat, vaga por los pueblos mendigando hasta que llega a un misterioso molino gestionado por un inquietante personaje, el Maestro, y sus doce ayudantes, que le ofrecen un lugar donde vivir y comida caliente a cambio de trabajo. Poco a poco Krabat va descubriendo un terrible secreto: el molino es, en realidad, una escuela de magia negra y el molinero está confabulado con poderes satánicos. Krabat es iniciado, como los demás, en las artes diabólicas pero se da cuenta de que al final de cada año uno de ellos debe morir para mantener joven al maestro. Cuando muere su mejor amigo, Tonda, intenta huir, pero ya no tiene escapatoria y no le queda otra opción que rebelarse, junto a la joven Kantorka, que le ayuda en su cometido por el amor que ambos se profesan.

El film, dirigido por Marco Kreuzpaintner y rodado en un valle solitario de los Cárpatos (Rumanía), está protagonizado por David Kross (Krabat), Daniel Brühl (el Maestro), Christian Redl (Tonda) y Paula Kalenberg (Kantorka), quienes logran impregnar la historia de una tenebrosidad inquietante, facilitada por una fotografía de claroscuros que influye mucho en lo siniestro de las escenas. Buenos efectos especiales en las claves, ya tópicas, de las narraciones de magia negra: figuras siniestras, cuervos, noches sin luna, muerte, sortilegios.

No obstante, se ha sintetizado demasiado una historia tan compleja, difícil de traducir al lenguaje cinematográfico, por lo que muchos de los enigmas quedan sin explicación, incluso aunque una voz en off trate de dar razones. De forma paralela, se plantea el amor que purifica, la amistad que une, la cruz que se opone al diablo y el poder de la voluntad como arma para vencer a las tinieblas de una forma un poco simplista.

La película va dirigida a un público juvenil, y es de agradecer que no haya escenas especialmente desagradables ni sangrientas, pero resulta una historia que pesa mucho y cuyo final no queda redondo ni del todo claro.

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