El relato comienza en 1982, cuando un periodista, Roberto Torres (Dougray Scott), que quiere escribir sobre el Opus Dei, visita a su padre, ya muy viejo, al descubrir su amistad con Josemaría Escrivá de Balaguer (Charlie Cox), sacerdote y fundador del Opus Dei (“el santo de lo cotidiano”, como le llamó Juan Pablo II). Su padre, Manolo Torres (Wes Bentley), fue un espía del bando nacional inflitrado entre los republicanos. En su doble vida, Manolo se enamora de una bella miliciana, Ildiko (Olga Kurylenko), pero ella escoge al valiente líder Oriol (Rodrigo Santoro), lo que desencadena el rencor de Manolo y la tragedia.
Como un bálsamo en medio del odio fratricida y la guerra, la figura de un sacerdote joven, quien con su “Obra de Dios” y un puñado de jóvenes estudiantes, trabaja por Dios y un mundo mejor. Roland Joffé es el afamado director de este épico film. Ha dirigido también películas de la talla de “La Misión” y “'Los gritos del silencio” (ambas ganadoras de diversos premios y de tres Oscar). En ésta se repite su maestría en el manejo de dramas de trasfondo trascendente, donde los hombres y mujeres buscan el sentido de la vida y la esperanza.
Joffé, judío, de izquierdas y agnóstico declarado, ha realizado un excelente trabajo con un argumento bastante delicado. Ha reproducido una ambientación portentosa, una música bellísima, una fotografía y un montaje extraordinarios. Ha sabido encontrar, además, unos actores a los que ha dirigido magistralmente, entre ellos tambien los españoles Jordi Mollá, Ana Torrent, Unax Ugalde y Geraldine Chaplin. La historia interesa desde el principio al fin, es absolutamente trepidante. Y se agradece mucho que, pese a tocar el tema de la guerra civil española, tan maltratado por el cine y la televisión en nuestro país, por una vez no es maniquea, ya que en uno y otro bando hubo héroes y gente mezquina.
Nos muestra, además, la fuerza arrolladora del amor y de la reconciliación, que tanto necesitamos hoy también, como motor para vencer a los siniestros dragones. Es uno de los grandes estrenos de este año que no hay que perderse.
Como un bálsamo en medio del odio fratricida y la guerra, la figura de un sacerdote joven, quien con su “Obra de Dios” y un puñado de jóvenes estudiantes, trabaja por Dios y un mundo mejor. Roland Joffé es el afamado director de este épico film. Ha dirigido también películas de la talla de “La Misión” y “'Los gritos del silencio” (ambas ganadoras de diversos premios y de tres Oscar). En ésta se repite su maestría en el manejo de dramas de trasfondo trascendente, donde los hombres y mujeres buscan el sentido de la vida y la esperanza.
Joffé, judío, de izquierdas y agnóstico declarado, ha realizado un excelente trabajo con un argumento bastante delicado. Ha reproducido una ambientación portentosa, una música bellísima, una fotografía y un montaje extraordinarios. Ha sabido encontrar, además, unos actores a los que ha dirigido magistralmente, entre ellos tambien los españoles Jordi Mollá, Ana Torrent, Unax Ugalde y Geraldine Chaplin. La historia interesa desde el principio al fin, es absolutamente trepidante. Y se agradece mucho que, pese a tocar el tema de la guerra civil española, tan maltratado por el cine y la televisión en nuestro país, por una vez no es maniquea, ya que en uno y otro bando hubo héroes y gente mezquina.
Nos muestra, además, la fuerza arrolladora del amor y de la reconciliación, que tanto necesitamos hoy también, como motor para vencer a los siniestros dragones. Es uno de los grandes estrenos de este año que no hay que perderse.
Me encantó la película, la jovialidad, la serenidad y el espiritu de reconciliacion del personaje de San Jose María en un ambiente tan hostil me conmovió. Me gusto también que en los dos bandos hubieran "buenos" y "malos", no todo fue blanco o negro como nos lo quieren presentar algunos.
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