Impresionante historia basada en la novela homónima de Tatiana de Rosnay, llevada al cine por Gilles Paquet-Brenner. El estreno en España viene precedido por un notable éxito comercial en Francia, así como de un reconocimiento en festivales internacionales, como el de Tokyo, donde ha obtenido los premios a la mejor dirección y del público. La película clausuró la pasada edición del Festival de Cine de San Sebastián.
En el París ocupado por los nazis, la policía francesa se lleva en una redada a Sarah, una niña judía de 10 años, y a su familia para ser deportados a campos de exterminio. Desesperada por proteger a su hermano pequeño, Sarah lo encierra con llave en un armario del dormitorio, su pequeño escondite secreto, y le promete volver a por él en cuanto les liberen. Sesenta y siete años más tarde, la historia de Sarah se mezcla con la de Julia Jarmond, una periodista estadounidense afincada en Francia que escribe un artículo sobre la redada de 1942. Durante su investigación, Julia descubre un secreto que liga su propia vida a la de Sarah, en medio de la incomprensión de su familia y con los problemas personales que arrastra tras comprobar que está embarazada y que su marido quiere que aborte.
La película, que mezcla con las dosis adecuadas de tragedia las secuencias del pasado con la actualidad, es un interesantísimo drama protagonizado por Kristin Scott Thomas, como Julia, y la jovencísima Mélusine Mayance en el papel de Sarah. El realismo impresionista con que están filmadas las escenas del velódromo y la brutal separación de las familias en el campo de concentración contrasta con la ternura de muchos momentos, como la compasión del gendarme o la actitud de los toscos aldeanos que esconden a Sarah. No obstante, los acontecimientos trágicos de las deportaciones en masa de judíos en los países ocupados por los nazis son tratados de una manera contemporánea, con una acertada actitud sobre qué hubiera hecho entonces cualquier persona actual que deplora los hechos, sin encasillar actuaciones u omisiones.
Se trata de una película muy recomendable, que hace pensar y vibrar con una tragedia histórica que, como hizo Julia, podemos hacer nuestra. Jóvenes/adultos.
jueves, 30 de diciembre de 2010
miércoles, 22 de diciembre de 2010
El discurso del Rey
Soberbia película británica, favorita de los Globos de Oro, con 7 nominaciones, y una de las firmes candidatas hacia los Oscar. Protagonizada por Colin Firth, Geoffrey Rush y Helena Bonham Carter y dirigida por Tom Hooper, está basada en la historia real del rey Jorge VI de Inglaterra, padre de la actual reina Isabel.
Ambientada en los años previos a la II Guerra Mundial, esta comedia dramática relata la inusitada amistad entre un hombre que hubiera preferido no ser rey, Jorge VI, y su excéntrico logopeda, un actor australiano frustrado que utiliza técnicas poco convencionales para ayudar al monarca a dominar su tartamudez y unir así a su país ante la decisión de entrar en la guerra contra Alemania.
Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V y la escandalosa abdicación del príncipe Eduardo VII, Bertie (Colin Firth), afectado desde siempre de un angustioso tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país se encuentra al borde de la guerra y necesita desesperadamente un líder, por lo que su esposa Isabel (Helena Bonham Carter), la futura reina madre, le pone en contacto con un excéntrico logopeda llamado Lionel Logue (Geoffrey Rush). A pesar del choque inicial, los dos se sumergen de lleno en una terapia poco ortodoxa que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable. Con el apoyo de Logue, su familia, su gobierno y Winston Churchill (Timothy Spall), el rey pronuncia un discurso radiofónico que inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.
Si bien se supone el final, no por eso deja de ser la película una conmovedora e interesantísima narración, con personajes bien dibujados: los complejos de Jorge VI; el tesón, la ternura y la confianza de la reina Isabel; el ingenioso y rudo logopeda; el melifluo y antipático arzobispo; y el hermano botarate que abdica y deja a su país en un momento de crisis tras encapricharse de Wallis Simpson. Un guión inteligente, con tomas de cámaras audaces y un montaje vivo, que recogen secuencias de gran tensión dramática, primeros planos del odiado micrófono, cual monstruo voraz, y momentos de buen humor inglés. Una película, con una historia humana, para disfrutar.
Ambientada en los años previos a la II Guerra Mundial, esta comedia dramática relata la inusitada amistad entre un hombre que hubiera preferido no ser rey, Jorge VI, y su excéntrico logopeda, un actor australiano frustrado que utiliza técnicas poco convencionales para ayudar al monarca a dominar su tartamudez y unir así a su país ante la decisión de entrar en la guerra contra Alemania.
Tras la muerte de su padre, el rey Jorge V y la escandalosa abdicación del príncipe Eduardo VII, Bertie (Colin Firth), afectado desde siempre de un angustioso tartamudeo, asciende de pronto al trono como Jorge VI de Inglaterra. Su país se encuentra al borde de la guerra y necesita desesperadamente un líder, por lo que su esposa Isabel (Helena Bonham Carter), la futura reina madre, le pone en contacto con un excéntrico logopeda llamado Lionel Logue (Geoffrey Rush). A pesar del choque inicial, los dos se sumergen de lleno en una terapia poco ortodoxa que les llevará a establecer un vínculo inquebrantable. Con el apoyo de Logue, su familia, su gobierno y Winston Churchill (Timothy Spall), el rey pronuncia un discurso radiofónico que inspirará a su pueblo y lo unirá en la batalla.
Si bien se supone el final, no por eso deja de ser la película una conmovedora e interesantísima narración, con personajes bien dibujados: los complejos de Jorge VI; el tesón, la ternura y la confianza de la reina Isabel; el ingenioso y rudo logopeda; el melifluo y antipático arzobispo; y el hermano botarate que abdica y deja a su país en un momento de crisis tras encapricharse de Wallis Simpson. Un guión inteligente, con tomas de cámaras audaces y un montaje vivo, que recogen secuencias de gran tensión dramática, primeros planos del odiado micrófono, cual monstruo voraz, y momentos de buen humor inglés. Una película, con una historia humana, para disfrutar.
jueves, 16 de diciembre de 2010
El último bailarín de Mao
Drama basado en la historia real del bailarín chino Li Cunxin y llevado al cine por Bruce Beresford (“Paseando a Miss Daisy”) y guión de Jan Sardi, partiendo de la propia autobiografía de Li Cunxin, un éxito literario en Australia, país donde reside actualmente con su familia.
La acción comienza en plena revolución cultural. Li, con 11 años, es sacado de un pequeño pueblo de China por delegados culturales y enviado a Pekín para iniciar su formación como bailarín clásico. Allí comienza un increíble viaje vital que le llevará a pasar años de entrenamiento brutal, superando sus limitaciones físicas, pero dando ejemplo de voluntad de hierro. Acaba por ello convirtiéndose en uno de los mejores bailarines del mundo, aclamado como un héroe de la China comunista y, más tarde, despreciado por traidor y antipatriota. Tras aprovechar una beca de formación en una prestigiosa compañía de ballet americana, Li decide quedarse en Estados Unidos, donde descubre la libertad y la posibilidad de medrar en su carrera, a pesar de la oposición de las autoridades chinas. Su dramática opción le lleva a desligarse de su pueblo y de su familia, lo que le aísla y le hace sufrir mucho.
La película está muy bien narrada, rodada en tres localizaciones: China, Estados Unidos y Australia, combinadas con la técnica del "flash-back". La Revolución Cultural china –momento en que se desarrolla la historia- está bastante suavizada, pero la puesta en escena es muy objetiva con técnicas fotográficas especiales que muestran la dureza de la época y del régimen totalitario chino.
El personaje de Li lo interpretan tres actores diferentes (Li de niño, joven y adulto), gracias a la colaboración del Birmingham Royal Ballet –de donde procede el actor principal, Chi Cao-, del Australian Ballet, y del Hong Kong Ballet. Los personajes son entrañables y cercanos -el viejo profesor chino, los padres de Li, su mentor en Estados Unidos-, y son muy realistas los momentos de dolor y de triunfo de Li, las sublimes secuencias de ballet, la tensión vivida en la escena del consulado chino o la poética escena final de la película.
Es muy bonita. Para jóvenes/adultos.
La acción comienza en plena revolución cultural. Li, con 11 años, es sacado de un pequeño pueblo de China por delegados culturales y enviado a Pekín para iniciar su formación como bailarín clásico. Allí comienza un increíble viaje vital que le llevará a pasar años de entrenamiento brutal, superando sus limitaciones físicas, pero dando ejemplo de voluntad de hierro. Acaba por ello convirtiéndose en uno de los mejores bailarines del mundo, aclamado como un héroe de la China comunista y, más tarde, despreciado por traidor y antipatriota. Tras aprovechar una beca de formación en una prestigiosa compañía de ballet americana, Li decide quedarse en Estados Unidos, donde descubre la libertad y la posibilidad de medrar en su carrera, a pesar de la oposición de las autoridades chinas. Su dramática opción le lleva a desligarse de su pueblo y de su familia, lo que le aísla y le hace sufrir mucho.
La película está muy bien narrada, rodada en tres localizaciones: China, Estados Unidos y Australia, combinadas con la técnica del "flash-back". La Revolución Cultural china –momento en que se desarrolla la historia- está bastante suavizada, pero la puesta en escena es muy objetiva con técnicas fotográficas especiales que muestran la dureza de la época y del régimen totalitario chino.
El personaje de Li lo interpretan tres actores diferentes (Li de niño, joven y adulto), gracias a la colaboración del Birmingham Royal Ballet –de donde procede el actor principal, Chi Cao-, del Australian Ballet, y del Hong Kong Ballet. Los personajes son entrañables y cercanos -el viejo profesor chino, los padres de Li, su mentor en Estados Unidos-, y son muy realistas los momentos de dolor y de triunfo de Li, las sublimes secuencias de ballet, la tensión vivida en la escena del consulado chino o la poética escena final de la película.
Es muy bonita. Para jóvenes/adultos.
jueves, 2 de diciembre de 2010
Megamind
Megamind es un supervillano que durante años ha estado intentando conquistar Metro City de mil maneras con la ayuda de su secuaz y protector Esbirro. Pero cada intento ha sido un gran fracaso por culpa del superhéroe con capa Metro Man, un invencible guaperas con bíceps y aires de estrella de cine. Pero un día, Megamind le “mata” por pura casualidad en el curso de uno de sus malvados y enrevesados planes, y, de repente, Megamind se queda sin objetivos y sin nadie que le haga sombra. Su vida ya no tiene sentido, así que decide que la única forma de salir de su estancamiento es crear un nuevo contrincante llamado Titán. Rápidamente, Titán empieza a pensar que es mucho más divertido ser malo que bueno, e intenta destruir el mundo. Entonces, Megamind tiene que decidirse: ¿podrá derrotar a su diabólica creación y convertirse así en el “bueno” de la historia? ¿Conquistará el corazón de Roxanne, la chica de sus sueños?
De DreamWorks, el mismo estudio que produjo “Shrek”, “Madagascar” y “Kung Fu Panda”, la película es un delicioso y espectacular cómic, lleno de escenas carcajeantes y detalles llenos de chispa, que trata de una forma muy gráfica el eterno dilema del destino: no son las circunstancias las que forjan nuestro modo de ser y actuar, sino la decisión personal por conseguir una meta o unos objetivos. La moraleja está muy clara: el determinismo pesimista y la moda tan vigente de pensar que es la sociedad la culpable de que haya delincuentes, indeseables y criminales, no se sostiene lo más mínimo: a pesar de tantas cosas adversas o de la buena o mala educación recibida, es uno mismo quien tiene las riendas de su propio destino, quien decide qué hacer con su vida. Como Metro Man, bueno pero insatisfecho, y su perezoso retiro…
Los gráficos son impresionantes, la producción impecable en el uso magistral del 3D. Esta historia de buenos y malos, llena de parodias y de humor, gustará a todos. Es vibrante y, al mismo tiempo, muy tierna. Es una de las mejores opciones para esta Navidad. No os la perdáis.
De DreamWorks, el mismo estudio que produjo “Shrek”, “Madagascar” y “Kung Fu Panda”, la película es un delicioso y espectacular cómic, lleno de escenas carcajeantes y detalles llenos de chispa, que trata de una forma muy gráfica el eterno dilema del destino: no son las circunstancias las que forjan nuestro modo de ser y actuar, sino la decisión personal por conseguir una meta o unos objetivos. La moraleja está muy clara: el determinismo pesimista y la moda tan vigente de pensar que es la sociedad la culpable de que haya delincuentes, indeseables y criminales, no se sostiene lo más mínimo: a pesar de tantas cosas adversas o de la buena o mala educación recibida, es uno mismo quien tiene las riendas de su propio destino, quien decide qué hacer con su vida. Como Metro Man, bueno pero insatisfecho, y su perezoso retiro…
Los gráficos son impresionantes, la producción impecable en el uso magistral del 3D. Esta historia de buenos y malos, llena de parodias y de humor, gustará a todos. Es vibrante y, al mismo tiempo, muy tierna. Es una de las mejores opciones para esta Navidad. No os la perdáis.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)