La épica aventura traslada el universo Marvel desde el reino mítico de Asgard a la Tierra en el presente. Una trepidante historia, dirigida por Kenneth Branagh, que cuenta la historia del dios vikingo del martillo Thor (Chris Hemsworth), hijo de Odín, y príncipe heredero del reino de Asgard.
Arrogante, impulsivo y ansioso por mostrarle su valía a su padre, Thor reaviva imprudentemente una antigua guerra con el eterno enemigo. Por su desobediencia, el rey Odín (Anthony Hopkins) le destierra a la Tierra y le quita el martillo, despojándole de sus poderes. En Nuevo México, un lugar desértico, se ve obligado a vivir como un ser mortal. Allí encuentra a Jane (Natalie Portman), una científica –que sin embargo cree en la magia (¡!)- que le comprende y le ayuda. Mientras tanto, su hermano Loki (Tom Hiddleston), siempre segundón y celoso de Thor, traiciona a los suyos y trata de hacerse con el trono..
La tesis de la película es que estos “dioses”, venerados por la mitología nórdica, no son tales, sino habitantes mortales -aunque con poderes mágicos- de otros mundos, que en alguna ocasión se topan con los humanos.
La historia es convencional al máximo, pero la película es muy entretenida. Tiene unos efectos especiales magníficos y unos escenarios verdaderamente bellos e imaginativos, con brillantes constelaciones del universo y mundos fabulosos. Además, no descuida del todo ciertos valores, como la importancia de la lealtad o de la reflexión en las decisiones. La mucha violencia que contiene es puramente de cómic. El director la ha dejado abierta para una posible segunda parte.
Merece la pena verla en versión 3D. Gustará mucho a los jóvenes.
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