Bérengère (Clémence Poésy) y Vincent (Jérémie Renier) se casan según dicta la tradición de la buena sociedad burguesa: de blanco y de etiqueta, en una pequeña iglesia en la campiña francesa y lo celebran en un magnífico chateau por todo lo alto. Siguiendo la costumbre, ambas familias y los amigos se encuentran en un bonito día de primavera. Pero enseguida se pone de manifiesto la forma de ser de cada uno, sus contradicciones, sus problemas, sus fobias y las relaciones difíciles entre unos y otros, incluso con momentos muy tensos y situaciones surrealistas. Además, durante la fiesta se descubrirá un grave secreto familiar que a todos trastorna.
En esta comedia de corte romántico, pero llena de un humor tremendamente ácido, el director francés Denys Granier-Deferre hace hincapié en la hipocresía de cierta sociedad que sigue ciegamente las costumbres sin creer ni poner el corazón en ellas. Y en ese aspecto estoy de acuerdo con esta crítica.
Sin embargo, las relaciones amorosas entre los personajes y especialmente todo lo que se refiere al matrimonio eclesiástico, está imbuido de mucho desencanto y crítica descarnada. Mucha gente se casa “por la iglesia” por lo lucida que es la ceremonia, sin creer en el sacramento ni en el compromiso de fidelidad que está adoptando de por vida. Hay momentos en que arranca la carcajada por lo bien que refleja este fenómeno social tan actual del boato sin alma.
Al ser una producción coral, los personajes están hábilmente dibujados, aunque tengan “pocas frases”, cada uno con su drama particular y sus prejuicios, como en el caso de la niña con Síndrome de Down. Lo que no se entiende bien es la actitud contradictoria del sacerdote, entre sus creencias, bastante rutinarias por cierto, y su modo de actuar: no tiene ningún sentido, y sin embargo, lo pintan como el elemento más humano.
Toda la película se inscribe en un marco de gran elegancia visual, de bellos planos, con un montaje sereno y una música llena de contrastes, de un clasicismo refinado, que a veces no “pega” con lo que está pasando, intentando llevar al desconcierto. Por ejemplo, la música es alegre cuando los personajes están tristes, y viceversa.
Es una película para adultos por la complejidad de los matices que narra.
Parece una tonteria envuelta en papel celofan. ¿Merece la pena verla?
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