
En realidad, la película se basa en todo el proceso de la búsqueda del perro, que pone de manifiesto las prioridades de cada uno en la familia y los verdaderos valores que la animan. La aventura saca a la luz las tensiones entre parejas, hermanos, padres e hijos. Un nuevo amor nace, un antiguo amor es puesto a prueba, y los caracteres de los protagonistas chocan.
Pero todo ello se explica muy por encima, con la constante sensación de que en cualquier momento llegará algo más contundente. Y no es así: las escenas se suceden una detrás de la otra con bastante tedio; y los diálogos, flojos y con un humor tontorrón –y a veces grosero-, no acaban de retratar bien a los personajes. No obstante, es una película “de buenos sentimientos” que se deja ver, también por sus bonitos paisajes otoñales, pero pasará sin mucha pena ni gloria.