Esta superproducción musical, rodada en 3D, nos narra la historia de Mary (Elle Fanning), una niña de 9 años, cuya Navidad, siempre aburrida y convencional, se vuelve patas arriba cuando su tío Albert (Nathan Lane) le regala un pequeño muñeco cascanueces. Basada en un popular cuento ruso escrito en 1816 por E. Hoffmann, y al que más tarde Thaikovsky puso la maravillosa música para ballet, la película está dirigida por el director ruso Andrei Konchalovsky.
La aventura promete mucho al comenzar con unas bellísimas imágenes de la Viena de principios del siglo XX y con unas secuencias llenas de fantasía y magia. Mary vive en una lujosa casa con su hermano Max, niño caprichoso al que le encanta destripar juguetes. Sus padres, siempre en fiestas, no tienen nunca tiempo para ellos. Pero la víspera de Navidad, el Cascanueces cobra vida, sumergiendo a Mary en una aventura peligrosa cuando su nuevo amigo es apresado por el Rey Rata (John Turturro). La niña, su hermano y sus nuevos amigos, los juguetes, tendrán que enfrentarse al malvado rey y a su loca madre, para liberar a Cascanueces –en realidad un príncipe. y su reino.
La música de Thaikovsky es magnífica, aunque es una pena que le hayan puesto letra, por lo menos el doblaje es patético. El film tiene fogonazos de El Mago de Oz y de Mary Poppins, con una fotografía excelente, un vestuario precioso y la elección de la niña protagonista, un acierto. Pero a medida que transcurre la acción, la película se va deshinchando y acaba decepcionando. Está muy visto ya el recurso al aspecto nazi de los villanos, ratas humanizadas, y son de mal gusto la escena de la quema de los juguetes en hornos crematorios, las fotografías de los niños llorando –como existen en el museo Auschwitz- y el aspecto sucio y gris de la ciudad, que recuerda a los guetos de la II Guerra Mundial.
Además, el 3D falla estrepitosamente, es muy malo, con lo que no merece la pena gastarse más dinero. Es un producto navideño para todos los públicos, a los niños les gustará y entretendrá. A los adultos les aburrirá, y mucho.
lunes, 19 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
LA CONSPIRACIÓN
A caballo entre el thriller y el género judicial, esta película, dirigida con brillantez por el actor Robert Redford, que hace una nueva incursión en su faceta de director, narra los hechos que marcaron para siempre la historia de los Estados Unidos con el asesinato del presidente Abraham Lincoln al finalizar la guerra civil.
Tras el magnicidio, ocho personas son detenidas y acusadas de conspirar para matar al presidente, al vicepresidente y al secretario de Estado. La única mujer que se encuentra entre ellos, Mary Surratt (Robyn Wright), de 42 años, regenta una pensión donde el autor material, John Wilkes Booth (Toby Kebbell) y sus cómplices –entre los que se encontraba el propio hijo de Surrat-, se reunieron y planearon los asesinatos simultáneos.
La defensa de oficio de Mary Surrat se le encomienda al abogado Frederick Aiken (James MacAvoy), un joven héroe de guerra unionista, a lo que accede a regañadientes. Sin embargo, el joven abogado acaba creyendo en la inocencia de su defendida, y también que está protegiendo a su hijo John (Johnny Simmons), pero le cuesta encontrar a los testigos y las pruebas que la exculpen y la salven de morir en la horca. Sin embargo, su sentido del deber y de encontrar la verdad conduce a Aiken a enfrentarse a una sociedad que ya ha condenado a Mary Surrat.
La película es interesante de principio a fin, con momentos de gran intensidad dramática en las sesiones judiciales. Al mismo tiempo, se hace una crítica de los prejuicios post bélicos, de la situación de catarsis de todo un país ante el asesinato de su idolatrado presidente y del implacable sistema judicial militar de la época, deseoso de aplicar castigos ejemplares.
Para adultos.
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