Adaptación de un cuento infantil que influyó enormemente en el guionista y director, Nicolas Bary, cuando lo leyó con 9 años. Ahora, ha cumplido su sueño de hacer esta película con los personajes y atmósfera que había imaginado desde la infancia.
En el pueblo de Timbelbach, una imaginaria y mágica aldea, los niños no hacen más que travesuras y se resisten a la autoridad de sus padres y maestra. Todos están hartos de ellos, hasta que deciden desaparecer 24 horas y ver cómo se las apañan sin ellos. Pero todo se complicará. Los niños, por su parte, se alegran de estar solos, pero acaban enfrentándose en dos bandas: la de los gamberros, encabezados por Oscar, y la de los juiciosos, liderados por Marianne, que decide que hay que trabajar para que todo funcione lo mejor posible.
La película, de firma francesa, cuenta en el reparto con Gerard Depardieu y Carole Bouquet, con papeles pequeños, junto a 25 niños entre los 7 y los 13 años, que son los que verdaderamente llevan el peso del guión. Todo se desarrolla en una atmósfera como de cuento de hadas, con multitud de detalles surrealistas a lo Tim Burtom, de gran colorido, y ubicado en un momento histórico intemporal. El vestuario de los adultos, por ejemplo, creado por Patrick Lebreton, es brillante y ecléctico, sobre todo el de la histriónica maestra, inspirado en el Siglo de Oro español, pero también los diferentes personajes visten como en la belle epoque, como en los años 30, con uniformes militares del siglo XIX o con togas y pelucas del XVII, según su papel. El de los niños es una mescolanza de estilos con bastante imaginación.
La excelente fotografía del film hace dudar de si la película se desarrolla en un escenario natural o en estudio. Se buscó en la Alsacia y en Aveyron un pueblo de aspecto medieval y mágico, y se acoplaron también excelentes decorados. Los maravillosos bosques otoñales pertenecen a Luxemburgo.
Pero la historia en sí es flojita y “dejà vu”: niños que se encuentran de repente solos y tienen que organizarse para comer, trabajar, etc, con el aliciente de que pueden hacer lo que quieran sin la cortapisa del adulto mandón. Son como los “niños perdidos” de Peter Pan. Aunque con intención crítica, se carga demasiado la mano en las escenas en que los niños, imitando el mal comportamiento de los adultos, se dedican al juego, a fumar y a beber, con ligeros detalles de crudo realismo. A pesar de todo, los niños estarán deseando reencontrarse con sus familias. El papel de los adultos no tiene matices, pero es así adrede, pues se quiere caricaturizar los roles sociales que encarnan: el alcalde, el alguacil, la maestra, el cura, los comerciantes…
“Los Niños de Timpelbach”, de la productora Filns&Pinículas, ha ganado un premio en el Festival Internacional de Cine de Gijón, es agradable de ver y divertirá a toda la familia.
Gracias, sigo con interés este blog!!
ResponderEliminar