lunes, 30 de diciembre de 2013

EL MÉDICO

El best seller del escritor Noah Gordon “El médico” forma parte de una trilogía que continúa con “Chaman” y “La Doctora Cole”.  A pesar de sus 850 páginas, el director alemán Philipp Stölzl se ha atrevido a llevar a la gran pantalla las aventuras de su protagonista, un aprendiz de médico en los principios del siglo XI en Inglaterra, con un metraje, efectivamente, muy superior a lo habitual en el cine.

Es ésta una épica historia de aventuras e intriga, protagonizada por Tom Payne en el papel del joven aprendiz de médico Rob Cole. Ben Kingsley, ganador del Oscar por “Gandhi”, es el maestro el papel del Ibn Sina, un científico.  Acompañan al dúo protagonista Stellan Skarsgård, el barbero, Olivier Martínez como el Sha y Emma Rigby, en el papel de Rebecca.

“El Médico” narra la historia de Rob Cole, que de niño queda huérfano y sin recursos en una ciudad inglesa minera del siglo XI al morir su madre de una misteriosa enfermedad, “el mal del vientre”. Lo adopta un barbero que ejerce también de “cirujano” en condiciones inenarrables, pero Rob se promete a sí mismo convertirse en médico y descubrir de qué murió su madre. Para ello, viaja hasta Isfahán en Persia para estudiar medicina con el gran Ibn Sina, un filósofo y médico, muy adelantado a su tiempo. A pesar de las innumerables adversidades que encuentra en su camino, Rob se mantiene firme en su empeño de búsqueda del conocimiento, y encuentra también la amistad, el amor… y la causa de la muerte de su madre.

La película mantiene el interés todo el tiempo y tiene una puesta en escena magnífica, y firmemente intencionada en la fotografía: nos presenta una Europa sombría y anclada en la suciedad y en la represión, y un mundo oriental mucho más avanzado y brillante. Los guionistas no desaprovechan ocasión para presentar la religión –sobre todo a la Iglesia católica- como enemiga de la ciencia y se muestran muy parciales en el enjuiciamiento de cada personaje. Hay que advertir que contiene escenas “médicas” desagradables, por lo que sólo es aconsejable para mayores de 18 años.



miércoles, 11 de diciembre de 2013

12 AÑOS DE ESCLAVITUD

Basada en las propias memorias del protagonista, Solomon Northup, que conmocionaron a la sociedad americana en 1853, el film refleja la lucha de un hombre por su libertad y supervivencia.

La durísima película se centra antes de la Guerra Civil estadounidense. Solomon Northup, interpretado magníficamente por Chiwetel Ejiofor, es un hombre libre de raza negra que vive con su familia en el estado de Nueva York. Músico de profesión, es engañado y secuestrado por unos falsos empresarios y vendido como esclavo. Encadenado, es trasladado a las plantaciones de algodón de Lusiana, donde pasa por varios amos. Allí conoce a otros compañeros de cautiverio, aprendiendo a tratar de pasar desapercibido entre los crueles capataces y propietarios de tierras, mientras busca la manera de volver con los suyos y recuperar la libertad. Todo cambia cuando se encuentra con un abolicionista canadiense (Brad Pitt).

La película es tremenda, muestra con dureza la tragedia de la esclavitud, la indiferencia y conformismo de amos “buenos” como el personificado por William Ford (Benedict Cumberbatch), pero sobre todo por el despiadado terrateniente Edwin Epps (Michael Fassbender). En medio del dolor que produce el miedo, la injusticia y la falta de libertad, Solomon no caerá en la desesperanza y encontrará también la amistad de las pobres  esclavas Eliza (Adepero Oduye) y Patsey (Lupita Nyong’o), con sus tragedias personales  a cuestas. Es especialmente sobrecogedora la escena de la venta de esclavos, con la exposición de la “mercancía” y los regateos.

La película firmada por el director Steve McQueen llega a España de la mano de DeAPlaneta, está escrita por John Ridley y producida por Brad Pitt, que no sólo participa con un pequeño papel. La magnífica y dramática fotografía es de Sean Bobbitt.


La cinta no sólo denuncia hechos que “ocurrieron” de verdad, para mayor vergüenza de la sociedad del momento y del futuro, con la práctica en varios estados del apartheid, es sobre todo un alegato de la dignidad del hombre y de la hipocresía religiosa del puritanismo protestante, que toleró y alentó la inhumanidad de la esclavitud.